jueves, 20 de junio de 2024

TERCERA SEMANA DE JUNIO DE 2024

 

Esta semana la imagen fue sugerida por Susana Torres Cabeza, y hemos realizado un texto a diez manos. Espero que os guste.

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Muestras

(Por Susana Torres Cabeza)

Llegamos al planeta según lo previsto.

Bajamos a tomar las muestras necesarias. La nave nos indicó que la atmósfera era respirable. Aun así, no nos fiábamos, habíamos tenido accidentes por descuidos en el pasado, así que nadie se quitó el traje.

Iniciamos la marcha. Stuard, el militar, era el más fuerte de todos nosotros y andaba primero; Marcia y yo, que éramos los científicos, íbamos en medio y Kirt, el piloto, nos cubría las espaldas.

El ecosistema de aquel lugar era extraño. Árboles gigantes de siniestras ramas cerraban el paso de toda luz impidiendo ver a nuestro querido sol, mientras los sonidos de aquel lugar nos acechaban. Monstruos alados, del tamaño de puños, rozaron, más de una vez, muestra delicada piel, y nos provocaron intensas erupciones.

De repente algo gruñó entre la maleza y el pánico se desató. Pese al entrenamiento recibido, alguno de nosotros gritó. Recuerdo eso. Los gritos. Y correr. Correr a través de aquel infierno verde. No veía nada, solo hojas verdes. Recuerdo los golpes de las ramas y la falta de aire. Me ahogaba. La reserva de oxígeno se me acababa, así que, sin pensarlo demasiado, me quité el traje y lo abandoné en aquel lugar inmundo. Cuando la cordura volvió y paré, había perdido a todos. Mis compañeros habían desaparecido.

Perdido y desorientado, quise volver, pero me rodearon. Un grupo de humanoides extraños se acercaron. No iba armado ni soy valiente, así que me tiré al suelo y momentos después todo se volvió negro.

Y ahora no sé dónde estoy. Desde aquí, oigo voces en un idioma que no entiendo. No sé dónde están mis compañeros ni que ha sido de ellos. Estoy atado a una mesa metálica. Nadie sabe que estoy aquí.

Si al menos hubiéramos avisado a nuestros superiores de que nos adentrábamos en el planeta tierra. Los antiguos decían que era un lugar peligroso. Por qué no les hicimos caso.

Nadie vendrá a buscarnos. Tengo miedo.

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UN SORPRENDENTE VERANO

Por Arturo Martínez Molina

Óscar, era un joven de catorce años, con una familia perfecta. Se llamaban Íñigo y Valeria sus progenitores.

Al igual, que todo verano, iban a la población de Toro. Un pueblo de la comunidad de Castilla y León, en la que solían pasar las vacaciones. Conducía su padre, tras haberse turnado en la última gasolinera con su madre. Era un hombre apuesto de cuarenta años, de fuerte complexión y marcados rasgos de líder en su rostro, el cual lucia una orgullosa barba y bigote negro. Su madre, aún era una bella mujer, algo mayor que su marido, con un precioso cabello moreno y ojos azules, en una envidiable cara. Por su parte, Óscar, había heredado lo mejor de ambos.

  • ¿Es necesario que todos los años vayamos a Toro? ¿Es que no podemos quedarnos en Madrid? preguntó el niño cansado del viaje.

  • Ya falta poco, hijo. Además, allí siempre lo pasas bien replicó su madre.

  • Eso era antes, ahora no puedo hacer ni la mitad de cosas que en la capital respondió molestó.

  • Deja de incordiar, Óscar. Sabes que cada año pasamos este mes allí sentenció su progenitor.

Eso puso fin a su pequeño berrinche, hasta que llegaron a su destino, una gran cabaña en el bosque cercano al pueblo. Se trataba de una lujosa vivienda de madera de varios plantas, con un cuidado interior, acorde al nivel financiero de su familia.

En silencio, el niño, ayudo a descargar el vehículo, para no provocar de nuevo a su padre y después se retiró a su cuarto hasta la hora de cenar.


Al bajar por las escaleras, observo que lo esperaban, sentados en la mesa con una expresión seria en sus rostros.

  • Me disculpo por lo que dije en el coche, papa. No deseo que eso nos estropee la estancia a todos. Me distraeré con lo que pueda, los días que pasemos aquí comentó para apaciguarlo.

  • No se trata de eso, Óscar. En parte, comprendo tus molestias y siento los problemas que te puedan ocasionar respondió su padre Por favor, siéntate. Se trata de algo que ya es hora que conozcas le pidió.

  • Haz lo que te indica, hijo. Es muy importante que lo sepas insistió su madre.

Intrigado por lo que tuvieran que decirle, se acomodó en otra silla.

  • ¿Te has preguntado el porqué compartimos este terreno con otras familias? planteó Íñigo.

  • Algunas veces, lo admito. Aunque, no me desagrada la compañía que tenemos y el jugar con sus hijos —contestó el niño.

Justo en ese momento, un fuerte dolor lo obligó a ponerse de rodillas en el suelo. Valeria hizo ademán de querer acercarse, y fue detenida por su esposo.

  • Es su primera transformación, debe sentirla en su plenitud. Así será consciente de lo que es en realidad dijo su padre.

Óscar, los miraba atónito y sin dar crédito, a que le dejasen allí sufriendo sin ayudarlo. Su forma física empezó a cambiar, su piel paso de naranja a gris, y su cara a otra con unos grandes ojos negros, una nariz plana con un par de agujeros y una pequeña boca.

  • ¡¿Qué me ha ocurrido!? interpeló a sus progenitores al poder ponerse en pie.

  • No eres del todo humano, hijo. Yo soy un alienígena de Xinia, un planeta de un lejano sistema estelar, a cerca de cien años luz de la Tierra avanzó No estaba seguro de que hubieras heredado la capacidad de cambiar finalizó, a la par que adquiría su misma apariencia.

Recibió un mensaje de su padre, sin que él moviera los labios.

«Podemos comunicarnos telepáticamente, entre otras muchas cosas, que te iré enseñando»

Durante ese mes, sus compañeros de juegos, pudieron mostrarse ante el cómo eran de verdad.

FIN

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"Amigos o enemigos"

Por Anniabel Martínez Gómez

¡Despierta! Abre los ojos, por favor. Mira que si no nos movemos nos va a encontrar. Tenemos que llegar al refugio. Así que Maximiliano intentó despertar a su hermano mayor. La invasión por los extraterrestres había comenzado hacía una semana. Debía llegar al túnel debajo de la montaña creada por tiempo de guerra. El caos era ahora el dueño de la humanidad. Una civilización y otra se enfrentaban o defendían, era difícil determinar la diferencia. Maximiliano y su hermano eran los únicos sobrevivientes de la familia y ahora el mayor de los dos yacía muerto producto a una exploración. No te voy a dejar, me oíste, no te voy a dejar. Sus lágrimas corrían por ahora el sucio rostro; se reusaba a perder lo único que le quedaba. ¡Están ahí, vinieron por nosotros! Veo sus siluetas en la sombra. Tres cuerpos delgaduchos, trasparentes, aparecían frente a él. Lo miraron con ojos grandes y oscuros. Uno de ellos, el más grande, le tendió la mano de largos y suaves dedos.

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UN VISITANTE BLANCO.

Por María Rosa Hernando Fernández

Era una noche de verano, y dos amigas de tan solo diez años disfrutando de la tranquilidad. Las dos sentadas en las paralelas del parque infantil del edificio vacacional, hablando de sus cosas, compartiendo todo lo acontecido en la escuela a lo largo de la semana.

De repente, un sonido extraño interrumpió la charla.

- ¿Qué ha sido eso? - preguntó Ana. - ¿Lo has oído?

- Sí, ha sonado algo raro. Y lo sigo escuchando. ¿Vamos a averiguar? - invitó Bertha.


Las dos bajaron de inmediato de las barras, dispuestas a enfrentar el temor a algo desconocido. Caminaron en dirección al extraño sonido, bajando unas empinadas escaleras de piedra, hasta que al final de estas encontraron la solución a sus preguntas. Era una manguera que estaba desaguando el agua de la piscina del edificio colindante al suyo.


Bertha se giró y comenzó a jugar con el chorro, mientras que Ana se quedó embobada observando el final de la explanada en la que se encontraban. Al final de esta, una minúscula acera y la carretera.

Todo estaba en calma, nadie a la vista, hasta que de pronto, una figura sin expresión y totalmente blanca como si llevara un traje cubriendo su cuerpo por completo, asomó por la esquina de la pared que delimitaba a su izquierda. Fue un movimiento muy rápido, prácticamente efímero. Pero la visión también fue clara y aterradora. No podía tratarse de un reflejo, ningún vehículo había pasado por allí, entonces ¿qué había visto?

Ana sintió el miedo corriendo por sus venas, y agitada comenzó a gritar:

- ¡Bertha, Bertha, corre, sube, rápido!


Las dos corrían escaleras arriba, saltándolas de dos en dos hasta llegar nuevamente a las paralelas.

- ¿Qué ha ocurrido? - preguntó Bertha jadeando.

- No sé qué era eso. - Comenzó a narrar su amiga.


Pero antes de que pudiera continuar para detallar lo que había presenciado, la extraña figura saltó entre los setos que delimitaban los dos edificios.

Bertha sin saber que podía contarle su compañera, saltó de las barras y echó a correr.


Ya en el interior de su casa, hablaron de ese enigmático visitante, ¿habían visto un extraterrestre?

Eso creyeron.


Y esta historia, continua.

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¿Te lo esperabas?

Por Nelson Isaí Pérez

Es de noche, te diriges hacia tu casa. Estás parado frente al parque esperando que un taxi venga a por ti.

En ese momento ves una luz destellante. El taxi se detiene frente a ti.

—¿A dónde lo llevo, señor?

—Llévame al sector 411

Una vez te encuentras dentro del automóvil, el chófer pisa el acelerador.

El tiempo transcurre a la velocidad de años y cuando menos lo piensas…

—Hemos llegado, señor.

Sonríe el conductor, extendiendo su mano para recibir el pago por el transporte.

Una vez afuera del taxi, pagas y te apresuras a entrar al sector 411, por suerte no han cerrado.

Ya en tu habitación te despojas del ridículo traje humano que se te ha asignado para interactuar con los terrícolas.

Fin

Nelson Pérez, El Salvador.

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Esto es todo, la próxima semana más.

2 comentarios:

  1. Bueno todos geniales, después de
    leeros, que mejor que ver una peli como Encuentros en la tercera fase.
    El mundo que nos observa es muy interesante, porque evidentemente nosotros solos como terrícolas no estamos en este universo. Un abrazo y felicitaciones para todos.

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    Respuestas
    1. Un placer como siempre, el que te gustaran. A saber si realmente estamos solos, de hecho, soy de la opinión que ya nos visitaron con anterioridad.

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