Cuarta semana del grupo, esta fue Celso Santana Flores quien sugirió esta imagen de inspiración y estos son los microrrelatos o poemas que surgieron.
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Walroff
Por:
Celso Santana Flores.
Walroff,
el mago, cruzó el sendero que corre por la ladera. Inmutable,
caminaba con parsimonia y total concentración. Pocas veces había
estado tan decidido. Agatha, su fiel aprendiz, lo acompañaba
transformada en zorro, para evitar el frío de la madrugada. El
maestro se detuvo en un punto del camino. Meditó un largo rato; se
concentró. Sacó su antigua espada y pronunció un hechizo
desconocido, con palabras que ni su más aplicada aprendiz había
escuchado jamás.
El viento
helado penetró en la sangre. Con un movimiento firme punzó el suelo
con la punta de la espada y el tiempo se detuvo, suspendiendo la
helada brisa. Silencio.
Cuando el
tiempo volvió a correr, Agatha tembló. Las ropas del maestro
aletearon transformándose en sendos cuervos negros impregnados de
venganza. Y volaron. Volaron muy lejos en busca de los asesinos de su
esposa.
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LA LEYENDA DE LOS DEMONIOS NAGA
Por Arturo Martínez Molina
Kristan Ollo era el herrero de su aldea
escocesa, al igual que lo fue su padre antes que él. Se trataba de
un hombre rudo y fornido de unos veinte años, aunque poco atractivo
hacia el sexo femenino.
Un día llegó a sus oidos una vieja
historia sobre unos demonios que concedían deseos en el bosque
cercano, así que intrigado fue a consultar al druida local y este lo
recibió al terminar los ritos
diarios.
El hombre se
llamaba Judok Begoc, y muy respetado, al ser bastante considerado al
atender a todos por igual y sin importarle su categoría social.
Tenía unos cincuenta años, su edad exacta no la conocía nadie y no
solía decirla a muchos.
La expresión de su
interlocutor, se tornó sombría de golpe, cosa que lo inquietó.
Son los demonios Naga, y pueden
ayudarte en lo que precises. Aunque su precio es proporcional a tu
deseo, es mejor que la olvides y regreses a la aldea —recomendó.
Me da igual lo que me exijan,
necesito su ayuda y les daré lo que me pidan —insistió el
herrero.
Al verlo tan
decidido y serle imposible hacerle cambiar de opinión, lo instruyo
en la ceremonia necesaria para invocarlos al acampar al anochecer en
la arboleda.
Ese mismo día, al oscurecer, se
adentró entre los árboles, con lo que le indicó que llevara
consigo. Se detuvo en el primer claro alejado de la aldea, y encendió
un fuego en el que vertió el líquido que le había proporcionado el
druida. El silencio se hizo al momento, hasta que un aullido
acompañado de unos pasos se acercaron a su posición, no tardo en
ver a un extraño ser con un lobo que portaba una larga espada que
clavo en un cráneo que apareció de la nada.
Sin pensarlo
demasiado, hizo su petición sin preocuparse del coste que
conllevara, el demonio, al aceptar el trato, se convirtió en una
bandada de cuervos y lo dejó allí solo. Se dispuso a comer lo que
demandaba el ritual, un pedazo de carne que aso en las llamas, que
acompaño con algo de licor. Dejo un trozo para aquel ser y se fue a
dormir.
Al despertar, la
comida ya no estaba y abandonó el lugar satisfecho de haber cumplido
los pasos necesarios para obtener su deseo.
Los días transcurrieron y empezó a
pensar que no lo vería realizado, hasta que vio a una mujer que le
llamó la atención de inmediato que se había trasladado de otra
aldea. La atracción fue mutua casi desde que se vieron, y tras
conocerse por un periodo de medio año, formaron una feliz familia
que dio como fruto a dos varones y una niña.
El día que su hija cumplió diez años,
kristan la saco de la cama al anochecer y la llevo al bosque en donde
le esperaban.
Este es
tu pago, ¡maldito demonio! Llévatela antes de que emplee mi espada
—exclamo furioso.
No recuerdo que pusieras ninguna
pega cuando lo aceptaste, es mi justa retribución.
Volvió a
desaparecer como la primera vez y lo dejó allí desconsolado por la
perdida.
Su esposa acabó aceptando la versión
de que la misma niña abandono la seguridad de la aldea y fue víctima
de las bestias salvajes. Nunca llego a sospechar lo que sucedió en
realidad.
FIN
Obra registrada bajo licencia de Safe cretive, prohibida su difusion:
https://www.safecreative.org/work/2402216979152-la-leyenda-de-los-demonios-naga
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"La salvación"
Por Anniabel Martínez Gómez
Hace años me escondo de las sombras.
No me creerás si te digo que soy la única esperanza que tienen de
sobrevivir. En la última batalla perdí mis ojos, pero no la visión,
mis sentidos visuales estan en toda la piel, en mi mente ,en la tuya
y en la de cada una de las criaturas de este mundo. Mi espada pesa
más que una torre de hierro y es tan liviana como una pluma. Puedo
cambiar el futuro aunque el pasado me sea vendado. Espero el instante
correcto, en el que las oscuras escurridizas se encuentren
aterrorizando los reinos perdidos, ese será el momento de la
salvación. El día en que se enciendan las velas y el fuego consuma
cada espacio comenzará una nueva era.
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El mago y
su sombra.
Por MaríaRosa Hernando Fernández
La
batalla había finalizado. Aún se podían escuchar los alaridos de
cuantos quedaban tendidos esperando la muerte. El tremebundo hedor a
sangre y metal impregnaba el ambiente, y su capa teñida de rojo, se
enganchaba a su piel con la intensa humedad del rocío. Era
inevitable sentir el peso del dolor, los sentimientos encontrados por
lo ocurrido allí mismo, y tan solo podía refugiarse en el amparo de
lo que no podía ser evitado. La muerte estaba a su lado.
Su
inseparable y fiel espada, como macabro estandarte de aquel macabro
día, permanecía inmóvil, clavada en la tierra y sosteniendo su
peso, un cuerpo abatido por la lucha y a punto de caer vencido por el
agotamiento. Con su rostro oculto al mundo, y una desgarradora mirada
dirigida a sus pies, intentaba tapar la desolación que sentía su
alma.
No había
sido fácil, y no sentía orgullo por todas las vidas arrancadas en
la contienda. Pero estaba claro que al final su destreza y argucia,
siempre e inevitablemente, eran necesarias para seguir con vida.
Un lobo
compañero, con ojos brillantes en la penumbra, andaba siempre tras
él en silencio. No era salvaje, sino un fiel amigo, que como testigo
del camino del mago, se acercó a él, sin proferir sonido alguno,
ofreciendo su lealtad inalterable y su compañía reconfortante en un
momento tan desgarrador.
No era su
primera batalla, pero su corazón siempre acababa destrozado sabedor
del horror.
El mago,
en un gesto lleno de angustia, se giró para contemplarlo, y
enturbiado por la tristeza, se encontró con la penetrante mirada del
animal. En sus ojos vio el reflejo de su propia alma, herida pero aún
llena de deseos de triunfo, y la chispa de determinación, nuevamente
se encendió.
La luz
del día no tardaría en nacer, y un nuevo sol aparecería en el
horizonte, decorando el cielo con sus tonos de alegría.
El mago,
deseoso de que ese momento llegara cuanto antes, respiró profundo
sintiendo la esperanza de alcanzar el olvido cuanto antes. Era
necesario, muy necesario. Era el único modo de afrontar lo que aún
estaba por llegar. La guerra no había concluido.
Entonces
se centró en alguien muy especial, como ancla para evitar hundirse
en el vacío de sus emociones. Ese rostro era su guía y su refugio
ante el dolor, lo que necesitaba para encontrar el camino y el valor
que a veces parecía querer huir de él.
Así que
el mago, asió con fuerza su espada recuperando su determinación, y
poniéndose en marcha una vez más.
Un
profundo aullido, resonó. El lobo, testigo de la intención de su
compañero, se unió a sus pasos dispuesto a seguirle nuevamente.
Los dos,
juntos, en la vida y en la muerte.
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Entre
Espadas y Amores
Por
Nelson Isaí Pérez
Los
reinos del norte y del sur habían entrado en una disputa por el
control de las tierras. El hambre, la enfermedad y la muerte eran los
reinantes de la región.
Dos
almas, dos amigos de la infancia, amantes en su juventud se volvían
a ver las caras.
¡Detente!
—gritó.
Ella se
movió como un rayo y su golpe se detuvo justo en el hombro derecho.
El filo de la espada se hundió en la armadura, dejando al
descubierto parte de la piel.
—¡Maldita
perra! ¿Te atreves a intentar eso?
Debería
haber sabido que es bueno sentir misericordia por alguien tan
patética como tú.
¡Déjame
mostrarte lo que sucede cuando te metes con un verdadero guerrero!
Agarró
su hombro herido y la miró antes de lanzarse hacia ella una vez más.
Su enorme espada se balanceó con salvajismo, con la intención de
partirla en dos.
Pero
Wendy Strong estaba preparada para este tipo de fuerza bruta; ella lo
esquivó con facilidad, evitando la mayor parte del ataque, pero la
ráfaga sacudía su cabello.
—¿Es
todo lo que tienes? —Ella se burló de él, aprovechándose de su
posición vulnerable después de fallar su swing—. Pensé que se
suponía que los soldados eran luchadores hábiles.
Sus
palabras sólo sirvieron para enfurecerlo aún más.
Aun con
eso el caballero falló.
Ella hizo
un movimiento en zigzag y su espada abrió la parte media del
abdomen. El corte fue tan preciso que dividió la cruz roja en el
frente de la armadura.
—¡¡¡Ay!!!
—Se tambaleó hacia atrás, agarrándose la herida abierta en su
estómago. El dolor lo atravesó como fuego, pero se negó a darse
por vencido. En cambio, concentró toda su ira en un último y
desesperado intento de poner fin a la pelea. Rugió fuerte y cargó
de nuevo, esta vez apuntando a la cabeza de Wendy.
El suelo
tembló bajo sus pies cuando chocaron una vez más. Sus espadas se
encontraron con un sonido ensordecedor, las chispas volaron
alrededor. Pero incluso con todas sus fuerzas, Aarack no pudo ignorar
el dolor debilitante que lo recorrió desde la herida intestinal. El
sudor le corría por la cara, mezclándose con lágrimas de
frustración y agonía—.
No… Por
favor —Rogó, apenas capaz de mantener la conciencia. Por mucho que
odiara admitirlo, Ella lo había superado de manera justa. Su visión
se oscureció en los bordes y pudo sentir la sangre que brotaba de
las heridas que le había infligido.
A pesar
de todo, una extraña mezcla de alivio y desesperación lo invadió.
Pero antes de que la oscuridad lo reclamara por completo, sintió
algo cálido y húmedo contra sus labios. Al principio, pensó que
era sangre: otra evidencia de las heridas que pronto le quitarían la
vida. Sin embargo, cuando logró abrir los ojos lo suficiente para
ver, se dio cuenta de que no lo era en absoluto. Era la boca de
Wendy, presionada contra la suya.
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Maldición
Por Susana Torres Cabeza
Camino entre las sombras de quien fui. No recuerdo mi nombre, no recuerdo quién soy.
Cae la noche y sigo el mismo ritual de siempre: Me quito la túnica y la espada y las escondo en un árbol. No las necesito.
Rezo una plegaria para que esta noche la diosa se apiade de mí. Sé que mataré. Sé que despertaré con el alba y mi boca llena de sangre y entrañas y que con la llegada de la luz, la culpa me sumergirá en mi propio vómito.
Cruel maldición arrastro. Debo encontrar al brujo que me maldijo, pero no recuerdo su nombre tampoco.
El sol ya se hunde en el horizonte. El hombre que soy huye y el animal surge.
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Espero que hayáis disfrutado de su lectura, la próxima semana más.