martes, 20 de febrero de 2024

CUARTA SEMANA DE FEBRERO DE 2024


Cuarta semana del grupo, esta fue Celso Santana Flores quien sugirió esta imagen de inspiración y estos son los microrrelatos o poemas que surgieron.

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Walroff

Por: Celso Santana Flores.


Walroff, el mago, cruzó el sendero que corre por la ladera. Inmutable, caminaba con parsimonia y total concentración. Pocas veces había estado tan decidido. Agatha, su fiel aprendiz, lo acompañaba transformada en zorro, para evitar el frío de la madrugada. El maestro se detuvo en un punto del camino. Meditó un largo rato; se concentró. Sacó su antigua espada y pronunció un hechizo desconocido, con palabras que ni su más aplicada aprendiz había escuchado jamás.


El viento helado penetró en la sangre. Con un movimiento firme punzó el suelo con la punta de la espada y el tiempo se detuvo, suspendiendo la helada brisa. Silencio.


Cuando el tiempo volvió a correr, Agatha tembló. Las ropas del maestro aletearon transformándose en sendos cuervos negros impregnados de venganza. Y volaron. Volaron muy lejos en busca de los asesinos de su esposa.

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LA LEYENDA DE LOS DEMONIOS NAGA

Por Arturo Martínez Molina

Kristan Ollo era el herrero de su aldea escocesa, al igual que lo fue su padre antes que él. Se trataba de un hombre rudo y fornido de unos veinte años, aunque poco atractivo hacia el sexo femenino.

Un día llegó a sus oidos una vieja historia sobre unos demonios que concedían deseos en el bosque cercano, así que intrigado fue a consultar al druida local y este lo recibió al terminar los ritos

diarios.

  • ¿En qué puedo ayudarte Kristan?

El hombre se llamaba Judok Begoc, y muy respetado, al ser bastante considerado al atender a todos por igual y sin importarle su categoría social. Tenía unos cincuenta años, su edad exacta no la conocía nadie y no solía decirla a muchos.

  • Querría consultar una vieja historia que ha llegado a mis oídos, sobre unos demonios que conceden deseos en los bosques. ¿Son reales? Y si es así, ¿cómo doy con ellos?

La expresión de su interlocutor, se tornó sombría de golpe, cosa que lo inquietó.

  • Son los demonios Naga, y pueden ayudarte en lo que precises. Aunque su precio es proporcional a tu deseo, es mejor que la olvides y regreses a la aldea —recomendó.

  • Me da igual lo que me exijan, necesito su ayuda y les daré lo que me pidan —insistió el herrero.

Al verlo tan decidido y serle imposible hacerle cambiar de opinión, lo instruyo en la ceremonia necesaria para invocarlos al acampar al anochecer en la arboleda.


Ese mismo día, al oscurecer, se adentró entre los árboles, con lo que le indicó que llevara consigo. Se detuvo en el primer claro alejado de la aldea, y encendió un fuego en el que vertió el líquido que le había proporcionado el druida. El silencio se hizo al momento, hasta que un aullido acompañado de unos pasos se acercaron a su posición, no tardo en ver a un extraño ser con un lobo que portaba una larga espada que clavo en un cráneo que apareció de la nada.

  • Humano, ¿en qué puedo ayudarte? ¡Te concederé cualquier cosa que desees si estás dispuesto a pagar el precio requerido!

Sin pensarlo demasiado, hizo su petición sin preocuparse del coste que conllevara, el demonio, al aceptar el trato, se convirtió en una bandada de cuervos y lo dejó allí solo. Se dispuso a comer lo que demandaba el ritual, un pedazo de carne que aso en las llamas, que acompaño con algo de licor. Dejo un trozo para aquel ser y se fue a dormir.

Al despertar, la comida ya no estaba y abandonó el lugar satisfecho de haber cumplido los pasos necesarios para obtener su deseo.


Los días transcurrieron y empezó a pensar que no lo vería realizado, hasta que vio a una mujer que le llamó la atención de inmediato que se había trasladado de otra aldea. La atracción fue mutua casi desde que se vieron, y tras conocerse por un periodo de medio año, formaron una feliz familia que dio como fruto a dos varones y una niña.


El día que su hija cumplió diez años, kristan la saco de la cama al anochecer y la llevo al bosque en donde le esperaban.

  • Este es tu pago, ¡maldito demonio! Llévatela antes de que emplee mi espada —exclamo furioso.

  • No recuerdo que pusieras ninguna pega cuando lo aceptaste, es mi justa retribución.

Volvió a desaparecer como la primera vez y lo dejó allí desconsolado por la perdida.


Su esposa acabó aceptando la versión de que la misma niña abandono la seguridad de la aldea y fue víctima de las bestias salvajes. Nunca llego a sospechar lo que sucedió en realidad.


FIN

Obra registrada bajo licencia de Safe cretive, prohibida su difusion:

https://www.safecreative.org/work/2402216979152-la-leyenda-de-los-demonios-naga

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"La salvación"

Por Anniabel Martínez Gómez

Hace años me escondo de las sombras. No me creerás si te digo que soy la única esperanza que tienen de sobrevivir. En la última batalla perdí mis ojos, pero no la visión, mis sentidos visuales estan en toda la piel, en mi mente ,en la tuya y en la de cada una de las criaturas de este mundo. Mi espada pesa más que una torre de hierro y es tan liviana como una pluma. Puedo cambiar el futuro aunque el pasado me sea vendado. Espero el instante correcto, en el que las oscuras escurridizas se encuentren aterrorizando los reinos perdidos, ese será el momento de la salvación. El día en que se enciendan las velas y el fuego consuma cada espacio comenzará una nueva era.

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El mago y su sombra.

Por MaríaRosa Hernando Fernández

La batalla había finalizado. Aún se podían escuchar los alaridos de cuantos quedaban tendidos esperando la muerte. El tremebundo hedor a sangre y metal impregnaba el ambiente, y su capa teñida de rojo, se enganchaba a su piel con la intensa humedad del rocío. Era inevitable sentir el peso del dolor, los sentimientos encontrados por lo ocurrido allí mismo, y tan solo podía refugiarse en el amparo de lo que no podía ser evitado. La muerte estaba a su lado.

Su inseparable y fiel espada, como macabro estandarte de aquel macabro día, permanecía inmóvil, clavada en la tierra y sosteniendo su peso, un cuerpo abatido por la lucha y a punto de caer vencido por el agotamiento. Con su rostro oculto al mundo, y una desgarradora mirada dirigida a sus pies, intentaba tapar la desolación que sentía su alma.

No había sido fácil, y no sentía orgullo por todas las vidas arrancadas en la contienda. Pero estaba claro que al final su destreza y argucia, siempre e inevitablemente, eran necesarias para seguir con vida.

Un lobo compañero, con ojos brillantes en la penumbra, andaba siempre tras él en silencio. No era salvaje, sino un fiel amigo, que como testigo del camino del mago, se acercó a él, sin proferir sonido alguno, ofreciendo su lealtad inalterable y su compañía reconfortante en un momento tan desgarrador.

No era su primera batalla, pero su corazón siempre acababa destrozado sabedor del horror.

El mago, en un gesto lleno de angustia, se giró para contemplarlo, y enturbiado por la tristeza, se encontró con la penetrante mirada del animal. En sus ojos vio el reflejo de su propia alma, herida pero aún llena de deseos de triunfo, y la chispa de determinación, nuevamente se encendió.

La luz del día no tardaría en nacer, y un nuevo sol aparecería en el horizonte, decorando el cielo con sus tonos de alegría.

El mago, deseoso de que ese momento llegara cuanto antes, respiró profundo sintiendo la esperanza de alcanzar el olvido cuanto antes. Era necesario, muy necesario. Era el único modo de afrontar lo que aún estaba por llegar. La guerra no había concluido.

Entonces se centró en alguien muy especial, como ancla para evitar hundirse en el vacío de sus emociones. Ese rostro era su guía y su refugio ante el dolor, lo que necesitaba para encontrar el camino y el valor que a veces parecía querer huir de él.

Así que el mago, asió con fuerza su espada recuperando su determinación, y poniéndose en marcha una vez más.

Un profundo aullido, resonó. El lobo, testigo de la intención de su compañero, se unió a sus pasos dispuesto a seguirle nuevamente.


Los dos, juntos, en la vida y en la muerte.

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Entre Espadas y Amores

Por Nelson Isaí Pérez

Los reinos del norte y del sur habían entrado en una disputa por el control de las tierras. El hambre, la enfermedad y la muerte eran los reinantes de la región.

Dos almas, dos amigos de la infancia, amantes en su juventud se volvían a ver las caras.

¡Detente! —gritó.

Ella se movió como un rayo y su golpe se detuvo justo en el hombro derecho. El filo de la espada se hundió en la armadura, dejando al descubierto parte de la piel.

—¡Maldita perra! ¿Te atreves a intentar eso?

Debería haber sabido que es bueno sentir misericordia por alguien tan patética como tú.

¡Déjame mostrarte lo que sucede cuando te metes con un verdadero guerrero!

Agarró su hombro herido y la miró antes de lanzarse hacia ella una vez más. Su enorme espada se balanceó con salvajismo, con la intención de partirla en dos.

Pero Wendy Strong estaba preparada para este tipo de fuerza bruta; ella lo esquivó con facilidad, evitando la mayor parte del ataque, pero la ráfaga sacudía su cabello.

—¿Es todo lo que tienes? —Ella se burló de él, aprovechándose de su posición vulnerable después de fallar su swing—. Pensé que se suponía que los soldados eran luchadores hábiles.

Sus palabras sólo sirvieron para enfurecerlo aún más.

Aun con eso el caballero falló.

Ella hizo un movimiento en zigzag y su espada abrió la parte media del abdomen. El corte fue tan preciso que dividió la cruz roja en el frente de la armadura.

—¡¡¡Ay!!! —Se tambaleó hacia atrás, agarrándose la herida abierta en su estómago. El dolor lo atravesó como fuego, pero se negó a darse por vencido. En cambio, concentró toda su ira en un último y desesperado intento de poner fin a la pelea. Rugió fuerte y cargó de nuevo, esta vez apuntando a la cabeza de Wendy.

El suelo tembló bajo sus pies cuando chocaron una vez más. Sus espadas se encontraron con un sonido ensordecedor, las chispas volaron alrededor. Pero incluso con todas sus fuerzas, Aarack no pudo ignorar el dolor debilitante que lo recorrió desde la herida intestinal. El sudor le corría por la cara, mezclándose con lágrimas de frustración y agonía—.

No… Por favor —Rogó, apenas capaz de mantener la conciencia. Por mucho que odiara admitirlo, Ella lo había superado de manera justa. Su visión se oscureció en los bordes y pudo sentir la sangre que brotaba de las heridas que le había infligido.

A pesar de todo, una extraña mezcla de alivio y desesperación lo invadió. Pero antes de que la oscuridad lo reclamara por completo, sintió algo cálido y húmedo contra sus labios. Al principio, pensó que era sangre: otra evidencia de las heridas que pronto le quitarían la vida. Sin embargo, cuando logró abrir los ojos lo suficiente para ver, se dio cuenta de que no lo era en absoluto. Era la boca de Wendy, presionada contra la suya.

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Maldición

Por Susana Torres Cabeza

Camino entre las sombras de quien fui. No recuerdo mi nombre, no recuerdo quién soy.

Cae la noche y sigo el mismo ritual de siempre: Me quito la túnica y la espada y las escondo en un árbol. No las necesito.

Rezo una plegaria para que esta noche la diosa se apiade de mí. Sé que mataré. Sé que despertaré con el alba y mi boca llena de sangre y entrañas y que con la llegada de la luz, la culpa me sumergirá en mi propio vómito.

Cruel maldición arrastro. Debo encontrar al brujo que me maldijo, pero no recuerdo su nombre tampoco.


El sol ya se hunde en el horizonte. El hombre que soy huye y el animal surge.

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Espero que hayáis disfrutado de su lectura, la próxima semana más.

3 comentarios:

  1. Primeramente buenos días, y muchas gracias por la visita a mi casita.
    Deciros que todos y cada uno de los textos que he leído son fabulosos, la imagen ha dado un resultado maravilloso. Un placer leeros.

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    Respuestas
    1. Gracias en nombre de todo el grupo, intentamos dar lo mejor de nosotros en cada ocasión para mejorar y aprender.

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    2. Buenos días, es un placer saber que disfrutó de los textos y la imagen. Agradezco mucho sus amables palabras. ¡Espero a nombre del grupo seguir otorgandole lo mejor de cara al futuro!

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