Tras la interrupción temporal del mundial de consignas, aquí están los escritos de la tercera semana del grupo, esta vez fue Nelson Isaí Pérez quien sugirió esta imagen de inspiración y estos son los microrrelatos o poemas que surgieron.
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El gran robo
Allá por
el año 2002 en la pequeña comunidad conocida como Villa La Reina
nació en la mente de quien les habla la idea de crear un equipo de
fútbol compuesto únicamente por promesas de 12 a 15 años con el
objetivo de fomentar el deporte, alejar a los chicos de las drogas y
las pandillas para reducir la violencia.
Era un dieciséis de
abril, se jugaba la final del torneo de verano, con esfuerzo y
dedicación habíamos logrado superar cualquier imprevisto
clasificándonos a la siguiente fase como los líderes de nuestro
grupo.
No es por alardear, pero la gente acudía a la cancha
municipal por ver jugar a mi equipo, decían ellos que era como ver
el Tiki Taka que por ese tiempo llamaba mucho la atención al otro
lado del charco, en Europa, porque acá en América Central los
aficionados al fútbol seguimos de cerca el fútbol español.
La
etapa de cuartos de final habíamos superado con facilidad con un
tres a cero, así como la semifinal.
Ese día teníamos grandes
expectativas de coronarnos como campeones del torneo y así poder
demostrar que no importa el lugar, sino el esfuerzo y la dedicación
para forjar grandes estrellas en el deporte rey.
Ya quisiera yo
que esta historia tuviera un final feliz lastimosamente y aunque sigo
fiel a esas palabras el resultado no fue el que esperábamos no
porque no luciéramos en la cancha ni porque no nos esforzáramos ni
nos entregáramos por dar el máximo de nosotros sino porque la
corrupción existe en todas partes.
Nos robaron, es lo último que
diré.
Fin
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LA RESPONSABILIDAD DE LA ESTRELLA
El jugador, sabía que todo dependía de él, confiaban en que lograra lo imposible de alguna forma. Desde el presidente del club de futbol, hasta el último de sus compañeros, pasando por el entrenador. Que se mostraba inquieto al lado del banquillo.
Los suyos intentaban abrirle un hueco en la férrea defensa enemiga delantera, aunque sin éxito. Habían sentenciado él encuentre con un resultado de tres goles a dos, en el primer cuarto del segundo tiempo. Así que se limitaron a defenderse, evitando que les metieran el del empate.
Empapados por el sudor del esfuerzo y los nervios, al final le abrieron un pequeño pasillo, que no dudo en utilizar. A una velocidad que nadie esperaba, llego a la portería y a falta de quince minutos para la conclusión del partido, desempató el encuentro.
Celebraron el éxito, en un abrazo multitudinario, se permitieron soñar con la victoria.
Sus rivales, sabedores de que debían marcar uno al precio que fuera, descuidaron la defensa y se lanzaron a la ofensiva. Al contrario que ellos, que se replegaron a defender la portería.
Aunque él era la estrella, y debía de estar listo para desmarcarse de serle posible. Cosa que ocurrió a escasos cinco minutos de finalizar. Libre de jugadores contrarios a su alrededor, se lanzó como una bala a la portería, en donde el inquieto portero lo aguardaba. Casi sin darle tiempo a preparar la estrategia, al ver de reojo aproximarse ayuda, chuto lo más fuerte que pudo.
El árbitro pito el final del encuentro, a la par que tanto sus compañeros, como los aficionados, gritaron eufóricos su nombre al marcar el gol de la victoria por los pelos.
FIN
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“El juego de la vida”
Por Anniabel Martínez Gómez
- ¿Y cómo se conocieron el abuelo y tú?
Preguntó Maura, mientras sacudía el polvo del cuadro con la foto donde se podía distinguir aun, en blanco y negro, las figuras elegantes de los recién casados. A Maura pasar las vacaciones en la casa familiar del campo, con la abuela, no le hacía mucha gracia, pero definitivamente no le quedaba de otra.
-Cuando yo conocí a tu abuelo tenía más o menos tu edad.
Respondió, esperando la reacción de la nieta. Por eso hizo una pausa antes de continuar la historia.
- ¡Mi edad! Abuela, no estarás exagerando.
- Si, tu edad, y él cinco años mayor que yo. Fui con mi papá a regañadientes a ver un partido de futbol. Imagínate, cuatro hembras y yo la mayor, me tocó todo lo del hijo varón que buscó y buscó y nunca tuvo.
-Mejor que ser hija única, créeme, entonces si te toca todo- dijo en tono de protesta Maura.
-Entonces, lo vi por primera vez, corriendo como un demente detrás del balón. Alto, trigueño, musculoso, sudado.
-Pero abuela, no eras fácil. ¿Y qué hiciste?
-Bueno, nunca más me perdí un partido.
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Una obsesión.
Por María Rosa HernandoFernández
Todo iba bien. Era una relación normal entre dos jóvenes que comenzaban a disfrutar de sus sentimientos. Las cosas fluían, las palabras decían muchas cosas y los gestos demostraban aún más.
Pero una obsesión iba a aparecer. La sombra de un pasado familiar, el orgullo de grandes triunfos en el campo de juego como estrella de fútbol de primera división. Sentía adoración y admiración por su padre deportista.
Y de repente debían asistir a todos los partidos, debían ver todas las retransmisiones, y llegado el mundial, no existía nada más.
En ocasiones se preguntaba, cómo podía estar con alguien así, capaz de ausentarse de la realidad con el simple sonido de la patada a un balón. Y entendió que aquello era una obsesión enfermiza, un trámite inculcado año tras año por una vida familiar dedicada en exclusiva a ese deporte. Comprendió que era incapaz de compartir su amor con alguien que amaba el fútbol por encima de todo y de todos.
Pasados los primeros meses de adoración y atenciones, la realidad asomó mostrando lo que realmente era importante en su vida, y en esta, no cabían los sentimientos.
La ausencia tomó el relevo, y la frialdad acabó ganando la partida.
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Papá
Por Susana Torres Cabeza
Miró la portería. Estaba lejos, muy lejos. Kilómetros de un espacio infinito que se abrían delante de él con efecto túnel. Una gota de sudor cayó por su cara. Miró a las gradas. Unos segundos antes, cuando el jugador del otro equipo le hizo la entrada y el árbitro pitó falta, el ruido de protestas había sido ensordecedor, pero ahora el silencio era absoluto. El partido dependía de aquel tiro. Su tiro. Todo a una carta. Fama y reconocimiento o fracaso y decepción.
Un mareo repentino le hizo trastabillar. No se había metido a jugar a fútbol para aguantar tanta presión, pensó.
Se acordó de su padre. Miró a las gradas de nuevo. Sus hijos animaban desde allí. Se acordó de la decepción que sintió cuando de niño su padre había fallado un tiro del equipo regional con el que jugaba.
Miró al cielo:
-Lo siento papá - dijo.
Y levantando con fuerza el pie, tiró a portería.
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La próxima semana más.
Todos son muy buenos y futboleros. Un gusto leer ese ramillete de textos.
ResponderEliminarPor el fútbol. Un abrazo
Pues gracias, intentamos todos hacerlos lo mejor posible.
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