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LA CONCHA SONORA
Ricardo paseaba por el paseo al borde de la playa, veía a ingenuos que pegaban el oído a las conchas creyendo poder escuchar el sonido del mar allí atrapado.
«No para de sorprenderme el nivel de ignorancia de algunos. ¿De verdad esperan oír el mar en las que depositan las olas?», pensó mientras los observaba.
Poco después, paso al lado de un cartel de una mujer con una concha pegada al oído. Se trataba del causante de esa confusión, un nuevo anuncio de una colonia.
FIN
La imaginación de Ricardo es un pooc escasa.
ResponderEliminarNo solo se oye el mar, sino si te concentras bien hasta el cantar de la sirena.
Una feliz noche.
Saludos.
En esta ocasión, no atine a nada mejor y me salió este texto. Es muy mejorable.
EliminarNo es mal reclamo para lanzar un perfume, porque a ver cómo recogemos la esencia marina, ¿no?, al menos se hacía mirar. A mí me encanta ponerme una gran concha marina en el oído. Me regresa a la niñez.
ResponderEliminarUn abrazo
Esa fue la única idea que me vino para desarrollar de una forma muy pobre.
EliminarSiempre hay algo que escudriñar detrás de las apariencias. Lo sencillo es quedarse con una primera y superficial impresión, pero si ahondamos, seguro que hay otras visiones que puedan dar una explicación más interesante.
ResponderEliminarMuy buen aporte, Ricardo.
Muchísimas gracias por participar.
Un abrazo.
Me alegra que vieras algo bueno en el texto, no es que esté muy orgulloso de ese.
EliminarJajajaja, un cartel publicitario tenía la culpa, pero Ricardo no sabe que efectivamente se puede oír el mar si acercas una caracola al oído. Un abrazo
ResponderEliminarA nivel particular, nunca he podido comprobarlo, pero carece de toda lógica que el sonido del mar quede atrapado en una caracola. Me alegra que te agradara, no era un reto fácil de superar este.
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