Esta semana la imagen fue sugerida por María Rosa Hernando Fernández, y hemos realizado un texto a diez manos. Espero que os guste.
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FALSA ATADURA.
Por M.ª Rosa Hernando
Fernández
Un nuevo día despertaba en Cindiena.
La bruma se disipaba, y los pájaros poco a poco, comenzaban a
revolotear entre ramas con sus cánticos de alegría.
Myriam todavía dormía, acurrucada
entre las mantas, ajena al esplendor que tras el cristal de la
ventana, irrumpía con entusiasmo, regalando nuevas oportunidades y
otorgando dicha a todo aquel dispuesto a saborear una bella mañana
de primavera.
Entonces, la puerta de la habitación
se abrió chirriando, causando el descontento de Myriam, que deseosa
prefería continuar remoloneando en el lecho.
- ¡No pongas esa cara de enfado!
¡levanta! Ahí fuera hace un día fabuloso. - Dijo su madre con
ímpetu.
- ¡Noooo! Déjame un rato más. Aquí
estoy calentita. No me apetece levantarme, es domingo. - Se quejó.
Pero su madre, lejos de acceder a las
niñerías de su hija, se acercó a la cama, agarró la ropa, y de un
estirón la retiró, cayendo en un amasijo desordenado sobre el suelo
y provocando la ira de la muchacha.
- Pero mamá, ¿qué haces? - Gritó.
- Pues lo que acabas de ver. Quiero que
te levantes, te asees y bajes a desayunar al porche. Te espera la
naturaleza hija mía.
- ¿La naturaleza? ¿Pero qué
tonterías dices? - Volvió a quejarse, mientras atónita veía como
su madre desaparecía sin responder.
La mesa estaba preparada. Una jarra con
zumo de naranja, tostadas de pan bañadas con mermeladas caseras. Y
un sin fin de bandejas repletas de cuanto agradaba a Myriam. Su madre
había dedicado dos horas para preparar el suculento desayuno,
deseando ver por fin una sonrisa en el rostro siempre enfurruñado de
su hija.
Pero no fue así.
Myriam se sentó, lo miró todo y dijo
con tono prepotente.
- Vaya, ¿celebramos algo?
- Sí hija. Que estás viva y sana, que
eres una chica afortunada, y que tienes toda una vida por delante
para disfrutar de ella.
- Oh, que emoción. Maravilloso. -
Soltó con desgana.
- ¿Qué te ocurre Myriam? ¿por qué
actúas siempre de esta manera?
- ¿De qué manera mamá?
Entonces la muchacha mientras compartía
su desazonada existencia, agarró la jarra de leche. Justo debajo
había lo que parecía una carta boca abajo. La cogió, le dio media
vuelta y la dejó sobre la mesa. Era una carta de tarot; el colgado.
- ¿Qué significa esto? ¿te has
vuelto pitonisa?
- No querida. Esa carta es la respuesta
a todo cuanto te ocurre.
- ¿Ah sí? ¿esa horrible imagen tiene
la solución a mi asquerosa vida?
- No directamente. La carta en sí no
tiene la llave. Solo tú la tienes, pensando y analizando todo cuanto
te rodea.
Myriam quedó algo confusa, sin saber
muy bien qué tramaba su a veces enigmática madre. Así que
permaneció a la espera, conociéndola, tenía claro que se avecinaba
un profundo monologo. Y así fue.
- Estás atada por tus pensamientos.
Crees que todo está mal, que estas estancada y prisionera. Sientes
que todo te abruma, los sacrificios que crees que se te exigen, la
dependencia emocional que intentas ocultar, las dificultades a
superar, o el temor a las pérdidas. Debes huir de la debilidad que
en ocasiones fluye en tu carácter, de la introversión que por miedo
muestras a los demás. Deja atrás tu victimismo y tus obsesiones.
Deshazte del atasco de tu mente y de la sensación de abandono, nadie
se aprovecha de ti. Eres libre hija, y puedes ser feliz. Todo eso
está en tu cabeza. Solo tienes que soltarte de todas esas cosas que
no te dejan ver lo maravillosa que puede ser tu vida. En esa carta
estás colgada de tus propias ataduras, puedes deshacerte de ellas
cuando quieras. Hazlo cariño, y fluye. Permítete sentir
sinceramente sin la obstrucción de la vergüenza. Los sentimientos
son bellos, no te escondas ante ellos. Mi niña, eres libre para ser
tú, jamás ocultes tu esencia. Y si alguien demuestra intolerancia
con tus emociones, comprenderás que no es digno de ti. Se sincera
contigo misma, en todo momento, la falsedad para otros. Créeme, ese
tipo de orgullo, destroza, no le permitas su influencia en tu vida.
Renace cariño, suéltate, se que eres noble y maravillosa. ¡Deja
que todo el mundo disfrute de ti! Eso es lo que te muestra esta
carta.
Myriam se quedó inmóvil, con los ojos
muy abiertos y una expresión de abrumador asombro.
Una lágrima cayó por su mejilla
mientras miraba con admiración a su siempre amorosa madre, que como
no, estaba dispuesta a ofrecerle esas grandes enseñanzas en el justo
momento.
- Perdóname mamá. Se que muchas veces
me comporto injustamente contigo. - dijo agarrándole la mano. -
¿Puedo quedarme esta carta?
- Desde luego cariño, es para ti.
Llévala siempre contigo, y cuando te sientas flaquear, mírala, te
recordará esta conversación.
- Gracias mamá.
Una renovada Myriam parecía haber
llegado para incorporarse en el idílico cuadro de aquella bella
mañana de primavera.
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Todos los derechos reservados. Esta
obra está protegida por las leyes de copyright y tratados
internacionales.
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UNA TIRADA APRESURADA
Por Arturo Martínez
Molina
Soy Mary, una mujer que, en su día, fue
una reconocida pitonisa en selectos círculos. Además de contar con
limitados poderes de vidente, que he heredado de mi madre.
Con una edad cercana a los cincuenta,
me harté de la presión que se me exigía a veces, por lo que opte
por desaparecer y unirme a una feria ambulante que estuvo encantada
de acogerme. A mí me permitiría ver diferentes partes del país, y
el dueño del negocio, más que satisfecho de contar con alguien de
mi nivel.
Con el tiempo, mi caseta gano un cierto
prestigio, lo que me obligo a ocultar mi rostro a los clientes. Era
algo que sabía que podía llegar a ocurrir, y que baraje con
maestría, para mantenerme en un nivel bajo. No deseaba que los
antiguos círculos en los que fui popular, sospecharan que era la
misma persona, pese a presentarme con un nombre falso a mi clientela.
Esta experiencia que narraré, sucedió
a los cinco años de viajar con ellos, en un pequeño pueblo de
Texas, llamado Marga. Un hombre se presentó a poco de la hora de
comer, algo que me molestaba sobremanera.
Si desea una lectura rápida, es
cuanto puedo ofrecerle ahora. Es casi la hora de cerrar —le digo,
con esperanzas de que vuelva después.
Esa deberá bastar, no puedo
regresar por la tarde. Victoria —respondió.
De acuerdo, tome asiento, entonces
—le indique.
Barajé los veintidós arcanos mayores
con rapidez, y extendí las seis ante mí, tres en la fila superior y
el mismo número en la inferior. Su lectura rápida, me dejo ya
inquieta y miré de nuevo al hombre, que permanecía impasible ante
mí.
En la hilera superior, tenía a la
emperatriz invertida, el colgado y a la muerte.
Tras una pequeña pausa, proseguí con
la esquina inferior. En ella estaba, el emperador, la sacerdotisa y
el mago.
El cliente se incorporó, y antes de
salir, dejo mi dinero con una buena propina.
Lo que escuche me dejo congelada, al
haber podido ser la confesión de un futuro asesinato.
En los siguientes días, estuve al
tanto de las noticias de ese pueblo, y hubo el caso de un homicidio
que dejo como única superviviente a una niña de unos doce años. La
cual, decía no poder recordar nada de lo sucedido esa noche.
Volvimos al cabo de un año al mismo
lugar, en donde pude ver a mi misterioso cliente con ella paseando
por la feria. El miedo me hizo ocultarme a sus ojos, pese a que a la
pequeña se la veía feliz en su compañía, al ser su padre
biológico.
FIN
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"Cuestión de fe"
Por Anniabel Martínez Gómez
Cuando mi amiga me propuso ir a
aquella cartomántica, acepté por puro compromiso; nunca fui muy
creyente en ese tipo de cosas. Pero bueno que no se hace por una
amiga con mal de amor. Así que sin pensarlo mucho estaba ahí
rodeada de paños de colores, humo, velas e incienso. En una
habitación pequeña, algo así, como una sala de espera, junto a mi
compañera de aventura, ojerosa y flaca de tantos días en la
depresión. No entiendo ¿como alguien puede sufrir tanto por una
persona que no te quiere y además te hace daño? El tiempo
transcurrió de prisa. Mientras esperaba reflexionaba acerca de lo
estúpido de un sufrimiento por amor. ¿Si tus sentimientos no son
correspondidos de que vale tanta tortura, y daño autoinfligido?
También tenía algo a mi favor , yo nunca había pasado por una
experiencia de ese tipo. Terminó finalmente la espera cuando salió
mi amiga con rostro serio.
- Dice la adivina que quiere verte.
- ¿ A mi? -me dije sorprendida.
- Si , y me dijo que era importante.
Yo no había venido para que me
adivinaran nada, es más que, prefería no saber mi futuro.
- Dale, yo te espero, no te vas a
arrepentir, es de vida o muerte.
Aquello era más bien un mandato,
claro que me tenía que esperar, si vine por ella.
Casi por obligación, por salir de
la situación entré a la habitación donde me esperaba una mujer
joven; más de lo que imaginaba; vestida bastante casual.
- ¿Tú eres Mariana verdad?
- Si -dije todavía desconfiada pero
relajada.
- Lo que tengo que decirte es que en
las cartas de tu amiga hay algo que te incumbe a ti, por eso te hice
pasar.
- Bueno, pues, dígame que es eso
que dicen las cartas.
- Que va a sufrir por tu pérdida,
producto a un terrible accidente automovilístico
-¿Pero por qué me cuenta eso?
-dije exaltada.
-Porque hace cinco minutos debió
haber pasado.¿Has oído hablar de la teoría de la tostada quemada?
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La pitonisa
Por Susana Torres Cabeza
Sandra me gustaba y a ella
le gustaban aquellas cosas, así que accedí a entrar a la carpa.
Al traspasar aquella cortina
tuve la sensación de cruzar un umbral. Fuera el día era caluroso y
el sol brillaba sobre las cabezas de los niños. Allí en cambio,
hacía frío y un ambiente tétrico conseguido con humo artificial y
oscuridad rodeaba una única mesa circular. En el centro de aquella
mesa una mujer de mediana edad barajaba unas cuantas cartas de tarot.
Nos invitó a sentarnos y
solicitamos dos tiradas. Pagamos por adelantado como nos indicó.
Empezó Sandra. Sacó la
carta de la rueda de la fortuna. Su tirada debió de ser muy fácil
para la experta timadora ya que los ansiosos gestos faciales que
expresaba mi amiga delataban claramente sus deseos ocultos. Amor y
salud principalmente. Cómo casi todo el mundo.
Unas cuantas cartas
marcadas, un pasado y un futuro impreciso y hecho. Sandra quedó
impresionada. De no ser por mi presencia la avispada pitonisa le
hubiera estafado más dinero.
Después, siguiendo los
deseos de Sandra, me tocó a mí, pero conmigo la adivina pinchó en
hueso. Yo era un escéptico y nada de lo que me explicaba me
convencía.
Ella se hartó de mis
impertinentes respuestas y jugó sucio.
No sé cómo lo hizo, pero
la siguiente carta fue el ahorcado. Una carta que significaba
sufrimiento y vergüenza, traición y castigo.
Según la bruja, yo había
hecho algo malo y debía pagar por ello.
Sandra se mostró muy
preocupada por el resultado de aquel juego y estuvo toda la tarde
agobiándome. Yo me reí y me indigné de la absurdidad de aquel
juego. Intenté convencerla de que era una tontería. Era imposible
que la pitonisa supiera nada del asesinato.
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Espero que hayáis disfrutado, esta nueva experiencia de nuestro club de escritura.